1975 |
- Sígueme contando. ¿De dónde viene tu nombre? ¿Significa algo especial?
Sonreí enseguida.
- Bueno, como mucha gente he leído acerca del origen y significado de mi nombre. En cualquier mercadillo encuentras alguna placa o pergamino que indica que es de origen germánico y que significa "Hombre fuerte, varón, viril".
- La verdad es que te pega. - dijo la china.
- Si yo te contara... - dije sin querer en voz alta.
- Cuenta, cuenta - me dijo.
- Te cuento, te cuento.
Y le conté... lo que me vino en gana.
- Me llamo Carlos, eso es cierto, pero te voy a contar un secreto que pocas personas saben. En realidad tengo dos nombres.
La china pegó una carcajada que no entendí.
- ¿Por qué tienes dos nombres?
- Verás, en mi familia, lo tres hermanos, tenemos dos nombres. El por qué es un secreto insondable que nunca jamás alcancé a entender, pero es así. Pero yo he de reconocer que tuve suerte con el mío. Mucha suerte, y nunca mejor dicho. Como no se ponían de acuerdo, para decidir cual era mi nombre, mis padres, pusieron en un perol seis papeles con seis nombres. La cosa fue así:
- "Fernando", como yo - dijo mi padre, y echó un papelito con ese nombre
- "Enrique" - dijo mi madre - como se llama mi padre, y echó el suyo.
- Pues si pones el nombre de tu padre, yo pongo el del mío - dijo mi padre, y añadió "Salustiano" al perol.
- Que sea el nombre del patrón de Burjassot - dijo mi madre mientras escribía "Roque" en un papel,
- Ni pa ti ni pa mi, que se llame "Óscar" - dijo mi padre mientras escribía impulsivamente.
- Para eso que se llame "Carlos" - finalizó mi madre.
La china, como buena matemática, empezó a hacer combinaciones.
- La suerte estaba echada. - seguía contándole yo - El primer papel sería mi nombre, el segundo... también. Las probabilidades eran múltiples: "Salustiano Fernando", "Roque Óscar", "Fernando Enrique", "Óscar Carlos".
La china se reía.
- Sí, lo sé - le dije yo - Puedes hacer todas las combinaciones y verás que tuve suerte. Salió: Carlos Enrique. Al menos eso es lo que pone en mi DNI. No es que me avergüence de nada, pero es algo que no suelo contar.
- No me extraña - me dijo riendo cada vez más abiertamente - No me extraña.
- No entiendo las risas. ¿Cómo te llamas tú?
- ¿Yo? Yo me llamo 阿德利娜.
- ¿Y tú ríes del mío? El tuyo es como para tatuartelo, no te jode.
Me dí media vuelta y seguí sólo el resto del camino.
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