martes, 12 de agosto de 2014

De mi gran familia. De mi china vida (11)

1985
Fui yo el que rompió el silencio después de un rato.

- Háblame ahora de ti un poco - le dije.- Que llevo yo un buen rato contando mis historias. 

- ¿Qué quieres que te cuente? - preguntó ella aún un poco enfurruñada.

- No sé. - dije yo - ¿Familia?

- Un padre y una madre. - dijo ella.

- ¿Primos? - pregunté yo sin pensar mucho.

- Mi madre era hija única, mi padre era hijo único, mis abuelos eran hijos únicos - dijo ella. - ¿Conoces la política china del hijo-único?

- Ya, pero esa política es de 1979. Tus padres podían haber tenido hermanos perfectamente. Y tus abuelos también. - dije yo.

- ¿Qué eres el marisabidillo occidental? - dijo la china.

- ¡Contigo es que es imposible! - dije yo.

- ¡Que no, bobo! - dijo riéndose - Que me gusta la broma.

- ¡¡¡Humol Amalillo!!! - grite yo.

- Eso no ha tenido gracia - dijo ella muy seria. - Y ya te lo dije.

- Tienes razón - dije yo con una sonrisilla, recordando aquel momento (lo podéis leer pinchando aquí)

- Estamos en 1985, continúa con el relato de tu vida y déjate de sandeces. - me cortó ella.

- Bueno, pues en 1985 nace mi última prima - dije yo retomando mi historia.

- ¿Cuántos primos tienes? - me preguntó ella.

- Muchos - dije yo.

- ¿Cuántos? - insistió ella.

- Es que me da vergüenza. Como tú no tienes ninguno. - dije yo sinceramente.

- Ya. El mundo está muy mal repartido - afirmó ella. - ¿Cuántos?

- ¿En total? - dije yo alargando la respuesta.

- No, en parcial. ¡Claro que en total!

- Pues... En total tengo... Diecinueve primos... - dije yo.

- ¡¡DIECINUEVE PRIMOS!! - exclamó ella.

- Sí. Diecinueve: Emiliano, Charo, Mª José, Eva, Ana Belén, Alejandro, Beatriz, Mª Ángeles, José Antonio, Isabel, Tere, Dani, Elena, Araia, Irene, Lorena, Ramón, Emilio e Inma.

- ¿Y te sabes los nombres de todos?

- ¡Claro! ¿Cómo no me los voy a saber?

- ¿Y los distingues unos de otros?

- ¿Cómo que si los distingo? ¡Claro que los distingo!

- Como los occidentales sois todos iguales. Lo mismo te cuesta distinguir a unos de otros.

- Pues no. Los occidentales no somos todos iguales y es muy fácil distinguirlos. 

- ¡Diecinueve primos! - volvió a exclamar sin dar crédito. - Una gran familia.

- Si cuento a mis tíos y mis sobrinos unos cincuenta. Y si añado la familia de mi marido, casi setenta.

- ¡Setenta familiares directos! - dijo ella con los ojos como platos, que ya es mucho decir.

- Sí. Más o menos. Y contando a las mujeres, maridos, novios o novias de mis primos y primas, de mis hermanos, a mis suegros, y tal pues... Noventa y cuatro, exactamente.

- ¡Noventa y cuatro! - dijo ella aún sorprendida. - Y ¿hay alguno más como tú?

- ¿Como yo? ¿A qué te refieres?

- Ya sabes...

- No. No sé.

- Algún... Ya sabes... Algún... Algún "actor" más. - dijo ella midiendo sus palabras.

- ¡Ah! - dije yo "entendiendo" - No. Yo soy el único.

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