viernes, 8 de agosto de 2014

Del precio de las cosas en los años ochenta. De mi china vida (07)

1981
- ¿Entonces fuiste un niño muy infeliz? - me preguntó la china.

- ¿Yo? ¿Infeliz? - le respondí yo - Yo he sido muy feliz en general, y lo sigo siendo. Lo pasé peor en la adolescencia, pero eso ya llegará. Yo fui un niño muy feliz. Mirado ahora con perspectiva, yo siempre tuve cinco comidas todos los días. Yo desayunaba, almorzaba, comía, merendaba y cenaba.

- ¡Así estás! - soltó ella con una carcajada.

La miré fijamente poniendo ojos de chino. ¡Qué rabia me daba la china!

- Dime la verdad: ¿tú estás entendiendo algo de lo que te cuento? - le pregunté.

- Hombre, alguna cosa se me escapa - dijo ella divertida.

- Ufff - suspire yo.

- Pero sigue, que me gusta saber de vuestra cultura - dijo ella con sinceridad.

- Está bien - dije yo. - Continúo. Lo que quiero decir es que ahora, lamentablemente, no todo el mundo puede decir lo mismo. No todos los niños pueden decir ahora que comen cinco veces al día.

- ¡Claro, te lo has comido tú todo antes! - dijo soltando una carcajada.

- Bueno, ya está bien. Ya no te cuento nada más - dije yo ya visiblemente enfadado.

- ¡Que nooooo! ¡ Que es broma! ¡Que soy yo muy de la broma! Continúa. Ya me cayo.

- Sí que te vas a caer, sí. Del guantazo que te voy a dar. - le dije yo.

- No he entendido esto último.

- No me extraña. Continúo. - dije yo zanjando el tema. - El caso es que mi padre vino un día a casa y dijo: "Me han ofrecido un trabajo en Valencia. Nos mudamos." Esta vez no hubo votación. Había consenso. 

- Segunda mudanza. - dijo ella.

- Correcto. Segunda mudanza. - dije yo.

- A Burjassot.

- Exacto. A Burjassot.

- ¿Ves como sí que te escucho? - dijo ella sonriendo. 

- Mi padre había encontrado trabajo en Valencia y un piso en Burjassot. Todos estábamos encantados de poder vivir cerca de mi abuela y mis tíos. De la familia de mi madre. Así que todos celebramos el traslado. Además el piso era de nueva construcción. Dejábamos de estar de alquiler para ser propietarios. Un piso de cuatro habitaciones, dos cuartos de baño, cocina y comedor. Tenía una piscina comunitaria y un parque infantil privado. Su precio: tres millones a pagar en ocho años.

- ¿¿¿Tres millones de euros??? - dijo ella alarmada.

- No. - le corregí yo - Tres millones de pesetas a pagar en ocho años.

- ¿¿¿Dieciocho mil euros??? ¿¿¿En ocho años??? - dijo ella ya toda loca haciendo gala de su capacidad matemática.

- Correcto. - dije yo.

- ¿Eso es lo que costaba un piso entonces? - dijo ella aún alucinando.

- Exacto. Eso es lo que costaba un piso en los años ochenta. Un cosa normal. Algo accesible. Y además ese piso estaba muy bien. Pero, fíjate, durante años yo decía que vivía en "las fincas nuevas". Y todo el mundo sabía dónde estaban. La construcción no era algo común. En una ciudad como Burjassot, sabías dónde se había construido algo nuevo.

- Y ¿en qué momento fue que os volvisteis gilipollas en vuestro país? - preguntó ella muy seria.

- Bueno, eso fue mucho más adelante. Y, por cierto, vosotros lleváis el mismo camino. - dije yo.

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