domingo, 31 de agosto de 2014

Del principio del resto de mi vida. De mi china vida (30)

2004
Empecé a tener un poco de hambre. Era la hora de la merienda y, cómo sabéis, no soy de saltarme ninguna comida.

- Pues deberías - dijo la china.

- ¡Joder! ¿Ya me lees el pensamiento? - dije yo un poco acojonado.

- No, es que llevas un buen rato mirando el escaparate del McDonald's. ¿Entramos?

- Pero porque tú lo has dicho, que por mi...

- Ya, claro. Vamos dentro. - dijo ella.

Y entramos.

- Yo quiero un sandy caramelo.

- No hay caramelo - me dijo la china. - Aquí sólo tenemos chocolate y fresa.

- Ufff - suspiré yo -. No me acaba el chocolate y la fresa... no sé.

- ¿Nos vamos?

- De chocolate y con trocitos de almendra, gracias.

La china fue al mostrador y al cabo de un rato volvió con dos de fresa.

- ¿Tampoco había de chocolate? - le pregunté yo.

- Perdón, había entendido de fresa. 

- ¿Cómo has podido confundir fresa con chocolate?

- Soy china. Hago lo que puedo.

Tenía hambre, así que en mi afán por no discutir con ella me comí el sandy de fresa y empecé mi historia.

- ¿Sabes? Considero 2004 como el año que cambió mi vida. Gracias a lo que pasó ese año se explica mi presente y mi futuro.

- ¿Y eso?

- Conocí a una persona muy especial que marcó mi vida a partir de entonces. A una persona que me salvó la vida. No literalmente, claro. Pero lo hizo.

- ¿A tu marido? - preguntó ella.

- ¡Ah! Sí, bueno... a él también lo conocí en 2004. - dije con una sonrisilla.

- ¡Qué fuerte! ¿Puede haber alguien que marcara tu vida más que tu marido? ¿Conociste a alguien más importante en 2004?

- Bueno, la verdad es que en 2004 conocí a mi marido y a muchos de los que son ahora mis amigos. Un nueve de octubre, por cierto. Pero si, previamente, no hubiera conocido a Andrés seguramente no hubiera conocido al resto.

- ¿Andrés? ¿Quién es Andrés?

- Bueno - empecé yo -. ¿Cómo contarte quién es Andrés? Es complicado de explicar. Nos conocimos por internet. En la época que funcionaban los foros y el messenger.

- ¿Ligando?

- ¡Ja! Eso creía yo, pero no. Hablando de teatro al principio. Luego en conversaciones que se alargaban hasta altas horas de la madrugada. Hablando de todo, sin tapujos morales ni cortapisas. Supongo que los astros se alinearon para que conectáramos inmediatamente. Lo que pasó entonces sería ahora prácticamente imposible.

- Ya.

- Después de muchos días y de muchas noches de confesiones llegó el momento de conocernos en persona. Yo me encontraba muy perdido esos días. Deprimido es la palabra. Me ahogaba. En otro momento no hubiera aceptado la invitación de un "extraño" a tomarme una Voll Damm, pero lo hice. Acudí a su bar. Tenía la sospecha de que no decía ser quien era. A pesar de las miles de conversaciones que habíamos tenido, había un no sé qué que me decía que lo que quería, en el fondo, era pegar un polvo conmigo. Así que movido por la curiosidad, acudí.

- ¿Y qué pasó?

- Pues lo que tenía que pasar: que todo lo que me había contado era verdad. Que ni ligue ni hostias. Casado, dos hijos y heterosexualmente feliz. Un desastre.

- Pero a ti te gustaba, por eso fuiste.

- ¡Qué dices! Ni siquiera había visto una foto suya. Se negaba a ponerla en el messenger mientras se cachondeaba diciendo que las mías eran muy gays. Un pedazo de cabrón. 

- ¿Y por qué cambió tanto tu vida?

- Me prestó a sus amigos, a su familia.

- ¿Cómo? - preguntó ella extrañada.

- Ya he dicho que en ese momento yo estaba mal. Me encontré, de repente, solo en la vida. No sé. Tenía amigos, claro que los tenía. Los de la falla o los de teatro, por ejemplo, que los conocí antes, pero me encontraba solo. No sé por qué razón fui a su bar, me tomé esa Voll Damm y vi algo de luz entre la miseria emocional en la que me encontraba. Me presentó a su gente y empecé a ir todos los viernes noche puntualmente al bar. Al final sus amigos empezaron a ser también los míos. Su familia empezó a ser también la mía. De una forma u otra, muchos de los que ahora me conocen, se lo deben a él. Algunos incluso ocupan mi corazón tanto como él pero... las cosas fueron como fueron.

- Y te presentó también a tu marido.

- No. A Víctor lo conocí meses después en una cena, pero si no hubiera superado mi tristeza, gracias a Andrés, estoy seguro de que no hubiera tenido fuerzas para ir a esa cena.

- La maldita manía de pensar "que hubiera o que no hubiera pasado sí" - empezó a decir ella.

- No, china, esta vez no - le corté antes de que siguiera -. Sé que te gusta ser sarcástica de vez en cuando, que te gusta sacarle punta a todo, pero esta historia es muy importante en mi vida. Hay una cosa que valoro por encima de todo y eso es la amistad de un amigo. Un amigo es algo sagrado. Y aunque sé que tengo más amigos y que ninguna amistad es comparable con otra, Andrés y yo hemos pasado por muchas. Buenas, muy buenas, malas y peores pero, en diez años, siempre juntos. Siento, y sé que no me equivoco, que el día en que lo conocí mi vida cambió para siempre.

- ¿Qué pensará cuando lo lea?

- Bueno, seguramente querrá matarme. Incluso puede que sienta algo de vergüencilla al ver esto publicado, o suelte alguna carcajada, no sé, pero no creo que se sorprenda, ya me conoce. ¡Y tanto que me conoce! Así que ajoyagua.

- ¿Qué significa ajoyagua?

- A joderse y a aguantarse, china, que todo hay que explicártelo. A joderse y a aguantarse, que para eso es mi amigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario