lunes, 11 de agosto de 2014

De las cosas que eran normales hace treinta años, y ahora no lo son. De mi china vida (10)

1984
Mientras la china regateaba el precio de lo que habíamos tomado de aperitivo (en China se regatea hasta el precio de las comidas) me fije en el mantel y me vino algo a la cabeza.

- ¿Sabes? - le dije a la china cuando volvió a la mesa - Cuando tenía diez años y acabábamos de comer, era lo más normal del mundo recoger el mantel, salir al balcón y "espolsarlo" para que cayeran a la calle las migas. Más de una vez se cayó sin querer algún cubierto y había que bajar corriendo a recogerlo.

- ¡Menuda guarrada! - dijo ella.

- Menos guarrada que ir escupiendo por la calle que es lo que hacéis vosotros - le dije yo.

- Bueno, nosotros dejamos de hacerlo en dos mil ocho con el tema de las Olimpiadas. Hasta había un cuerpo de policía encargado de enseñarnos que escupir en la calle no estaba bien, que no daba buena imagen a los extranjeros. - me replicó ella.

- Yo he visto a muchos chinos escupir por la calle o en escupideros que hay colocados en las puertas de las tiendas. - dije yo.

- Seguro que aún hay gente en tu puñetero país que aún "espolsa" los manteles después de comer. - dijo ella subiendo la voz.

- Ahí te doy la razón. - le dije yo intentando bajar el tono de la conversación - Y a eso me refiero. Hace años se hacían cosas que eran normales y que ahora nos parecen una barbaridad. Por ejemplo se fumaba en todas partes. Incluso en comercios de alimentación y era lo más normal del mundo. Ahora eso es impensable y sancionable. En esa época nosotros también teníamos una perra que se llamaba White. Yo recuerdo haberla bajado a la calle un montón de veces y no recuerdo haber recogido ni una sola caca. Y sin embargo las calles me parecían limpias. Ahora lo normal entre gente civilizada es ir con la bolsita de plástico y no dejar nada en la calle. Y aún así ahora parece que las calles están más llenas de mierda.

- Los tiempos cambian. - dijo ella en un tono conciliador.

- También recuerdo que para ir en moto no hacía falta el casco o para ir en coche el cinturón de seguridad, y ahora te crujen si no lo llevas. O que para tirar petardos no necesitabas una mierda de cursillo o una autorización paterna. Me parece que hace treinta años las cosas eran mucho más sencillas. Nuestra sociedad se está agilipollando con tantas normas.

- Y ¿te parecería bien que ahora se fumara en todas partes o que las cacas no se recogieran? - me preguntó ella.

- No - dije yo. - Ciertamente no. No todas las "nuevas" normas me parecen mal. Pero me parece que hay demasiadas para todo. Creo que hemos perdido el sentido común y por eso hay que poner normas con sus correspondientes sanciones.

- Y, entonces - me preguntó ella, - ¿tú qué propones?

- La verdad es que no tengo ni idea. - dije yo sinceramente - Pero me pregunto qué tipo de cosas estaremos haciendo ahora que dentro de treinta años nos parecerán aberraciones. 

- ¿Cómo cuales? - me preguntó ella.

- Pues yo que vivo intensamente el mundo de las fiestas, no sé... El toro embolao - empecé a decir yo.

- ¿Embolais toros? Sois unos putos salvajes - gritó ella.

- ¡Mira quien habla! - grite yo. - ¡Los putos chinos que se comen a los perros!

- ¡¡Yo no me he comido un perro en mi puta vida!! - subió ella. -¡¡¡Me parece una salvajada!!!

- ¡¡¡Y yo estoy absolutamente en contra del toro embolao!!! - grite yo.

Hubo una pequeña pausa tensa.

- ¿Entonces de qué cojones estamos hablando? - me preguntó en un tono mucho más bajo.

- No tengo ni idea. - afirmé yo.

Salimos del bar y continuamos caminando en silencio. Cada uno pensando en nuestras cosas.

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